sobre poesía mapuche por Viviana Ayilef
Imagen de portada: catálogo del artista Santos Chavez «Xilografías. retrospectiva 1934 – 2001» (fragmento de reproducción de su obra en tapa)
Tañi pu che
Cada vez que me ocurre la posibilidad de decir algo sobre la poesía mapuche me quedo en suspenso. Lo dejo rondar unos días y vuelvo después, un tanto cansada de oír el hondo susurro de los asesinados, como decía el poeta Elicura. Un tanto temerosa también de arriesgarme a pisar el palito académico y sentir que de alguna forma contribuyo a un canon. Qué cosa tan a distancia de lo que aquí nos preocupa: la lucha por la existencia, por caso. Pero además quién soy yo –me reclamo-. Es inabarcable. Si yo pudiera decir todo lo que siento sobre esa potencia de la poesía mapuche que viene de tiempos antiguos y también sobre la que se está escribiendo hoy día en Wallmapu. ¿Cómo producir un recorte? ¿De qué manera organizo todo lo bueno y lo bello que pienso al respecto y sobre tanta gente, mi gente, pu wenüy, pu wirife, infinitas aristas de mi corazón que vive al leerlos? Entonces arrojo la duda hacia el sueño y el sueño me dice: Namunchoike, constelá tus corazones. Pisá como el avestruz, y poné una patita en Puelmapu y otra en Gulumapu. Después danzá alrededor de tu texto cual si fuera un rewe en que honrar la palabra.
Kiñe/ Liliana Ancalao
“No nos sale”, escribe Liliana Ancalao en el poema Ngen Kütral, y retoma el gesto de poner en palabras la diferencia abismal que tenemos no con el mundo wigka, así nomás singular, universal y homogeneizante, en abstracto, como si las polaridades hoy fueran tan tibias. Por eso pasa de inmediato a la enumeración concreta. No nos sale como sí les sale a los genocidas perpetrar “horrores sin sutura”. Como sí les sale a los racistas “prender una hoguera”. Como sí le salió al salesiano el rezo “en los bautismos seriales/a la gente de Pincén”. Como regó el kerosén Nahuelpán. No nos sale el arreo, “el asesinato de las machi/brotadas en la vertiente/de la cordillera azul/lejos del rewe”. No nos sale toda la barbarie civilizatoria occidental, cristiana y estado-nacional argentino sobre la que ya había acusado Liliana en poemas y ensayos anteriores. En Ngen Kütral, sin embargo, y en ese mismo contexto de espanto se da el regreso sutil hacia la ternura concreta del mapu y la defensa completa de lo que le habita: lo que sí nos sale.
Lo que sí nos sale funciona como un desconcierto para la episteme afianzada en la idea de progreso. Los burlistas del multinaturalismo, los enemigos de la cosmopolítica, los geocidas perplejos nunca podrán entender estos versos ni dimensionar su fuerza. Nos sale escuchar “el quejido de los árboles/que pagan el tributo de ser bellos y libres/con raíces y hojas/que nos miran”. Sí nos sale “convocar al ngen/ para cocer los alimentos”. Nos sale “guardar en el cuerpo la memoria”, “las brasas despiertas todavía”. Porque la ternura nos sale.
Entonces, kiñe: ¿De qué asuntos habla la poesía mapuche? ¿De un gran dolor- nada más, o de dolor-resistencia/existencia/agencia/respuesta?
Epu/ Adrián Moyano
En estos tiempos de confinamiento el lamngen Adrián Moyano desde su ruka ubicada en la negacionista ciudad Bariloche llevó adelante un programa radial llamado Sin Barbijo. En el programa de iniciocompartió un texto en el que vuelve también sobre el extractivismo, el agronegocio como modo de exterminio y otros temas de tratamiento vital pero silenciados no obstante en un contexto donde se supone que todo apunta a cuidar la vida. A salvo quedaremos “cuando las montañas recuperen silencio/y las grandes máquinas/ dejen de herir entrañas/de piedra”; “cuando comamos de huertas y granjas/sin sabores a veneno. / Cuando la lluvia sea lluvia y no agro-tóxico, /y sean abolidos los corrales de engorde/de cuentas/en dólares”; “Cuando la modificación genética/se declare crimen de lesa naturaleza.”
Una vez más la memoria mapuche invita al campo de la memoria adiestrada en hacer los reclamos –necesarios- sobre lesa humanidad a sumarse a esta lucha. “Füta newen autodefensa/ Ngen en resistencia”, dice la canción Wetruwe de Waikil. Probablemente ha llegado el momento en el que (todas) las personas reclamemos el cumplimiento de los derechos de la naturaleza con la misma certeza de verdad y justicia. A modo de boleadora, para seguir esa línea, el texto de Adrián aborda los daños del capital y su pulsión de muerte. Y en cada una de las variables que expone despliega a la vez -a modo de contraste- la alternativa de vida: “Quedaremos a salvo/ en bosques ancianos/distantes de pinos y eucaliptos”.
Entonces, epu: ¿de qué temas trata la poesía mapuche? ¿Del árbol a-temporal? ¿De la naturaleza callada y pasiva, aunque “sabia”? ¿De unas personas arcaicas, quillango en torno al fogón, “buen salvaje”?
Küla/ José Vargas
José es rütrafe, lo que es decir, según su poesía, aquel que convierte el agua en plata. Hay un poema que aviva el interrogante sobre los modos mapuche de ser y existir como tales. Desde distintas esferas (qué palabra tan ajena, “esferas”) la gente mapuche está descascarando la idea de que exista un modo estándar mapuche de ser y haber sido. Nos detendremos en el haber sido. Entre otros asuntos de importancia se habla actualmente de reconocer la diáspora. Pero este poema se mueve en sentido inverso y pregunta sobre las fronteras del origen. Se trata de un ejercicio que pone en disputa un aspecto para el poeta negado de la mapuchidad. Qué otra cosa más compleja que hablar sobre los Kuriche, los Kurruwinka, sobre la negra Nekul, la “negra blanca con rulos”, “la india esa de pelo crespo”. Tiembla “la frontera de los quiénes” cuando José reclama respuestas. Ya nos pudimos reconocer en la piel de los barrios, ahora vamos a (re)conocernos también en los otros Otros negados. “Mi abuela la kalfukir/la presentada en pewma/la que dice quién soy…/Ella era llena de rulos/Ahora me acuerdo de la otra negra/como del carbón…/La chilena/La guluche/La temucana/La memoria se me oscurece/Porque ella era lamgen/pero más/negra que la noche sin luna.”
Nada más necesario que conversar con la gente que se supone de acuerdo con uno. Ahora que predicamos las múltiples fallas y ausencias en lo que los estados ofrecen como Historia Oficial, ¿qué vamos a hacer con lo afro? “¿Sabrán ustedes asumir/ su negridad?”, cierra ese poema.
Entonces, küla: ¿cuántas otras formas de ser y estar y habitar lo mapuche tenemos la gente mapuche todavía que aceptar? ¿Cuántos más incisos de la mapunorma habrá que descartar en el siglo XXI?
Meli/ Daniela Catrileo
En el ensayo poético “Antes de escribir, leer” se cruzan distintas formas de habitar este sujeto que somos, súper heterogéneo y diverso, que puede enunciar desde un locus ya cosmovisional, ya como agencia política, sin que ambos se opongan (como quisiera el folklore). Se pueden leer bien los pewmas y las tramas de un witral sin dejar por ello de leer a la vez y con igual competencia “los perdigones incrustados en el bosque nativo para que retornen a quienes los arrojaron”, o “Leer los surcos de la Cordillera de los Andes como un cordón umbilical, para que nuestrxs lamngen del Puelmapu nos abracen más seguido”.
En eso es que estamos, volviendo a poner en palabras con dignidad y persistencia las obvias razones por las que somos un pueblo allá y deste lado (¡Puelmapu la abraza, ñañita!). En este territorio ancestral sobre el que se construyó el país que nombraron luego Argentina nos dicen a los mapuche que somos indios chilenos; en aquél estado racista les dicen el indio argentino. Cosa de la esquizofrenia. Y Daniela propone: “Leer con ternura, con deseo, con risa, con rabia”.
Entonces, meli: ¿de qué habla la poesía mapuche? ¿De la vida antigua muy quieta o sobre el pasado-presente? ¿De la impermanencia o de lo que persiste todavía en los cambios? (de lo que persiste gracias a los cambios)
Esta Lucha es por Ternura
Cada vez que me ocurre la posibilidad de sentir una emoción fuerte debo quedarme guardada unos días hasta recuperar la palabra y poder saber -mientras digo- de dónde proviene el dolor, o ese arrebato de amor y de vida. Habitamos un tiempo de tan poquita alegría y de tan constante injusticia, que al menor asomo de algún elemento concreto de la realidad que nos dé más aire, presentamos el gesto, limpio y dispuesto, para la libertad.
Hace años que me escapo del esencialismo. Pero además: lo combato. Lo combato desde todos los frentes en los que me toca porque creo que hoy el mayor riesgo que tenemos es desvirtuar una causa noble con argumentos porfiados. Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo o su ruka, por caso.
Al enemigo clásico como al racismo clásico es sencillo definirlo y reconocerlo para mantener distancia, y para resguardarse, porque está hoy activo. A las nuevas formas multiculturales, etnoculturales, paraculturales, mapuculturales, poliesencialistas, es muy difícil correrles el cuerpo. El fundamentalismo hace estragos, siempre.
Por suerte la poesía está unida ante esto porque la poesía sabe. Intenté compilar y comentar brevemente los textos de cuatro poetas amigos que dinamitan esas formas. Desde un locus distinto se corren del modo esperado de ser y de hacer la poesía según los indigenismos arcaicos que se quedan mudos ante estos textos, para poner en presente las luchas y deudas del tiempo.
El 1 de septiembre se le otorgó al poeta Elicura Chihuailaf el Premio Nacional de Literatura en Chile. Destaco la idea del poeta Elicura de que esto se trata de una Lucha por Ternura. Si tuviera espacio en el pequeño cuerpo que habito me tatuaría esa frase. “Una lucha por ternura”. Y a aquel que me diga que no es de mapuche tatuarse le respondería: “no eres mi interlocutor”. Y seguiría haciendo de mi vida un modo antiesencialista de ser, de estar y de hacer. Como los poetas que aquí compartimos.
Entonces, ¿de qué habla la poesía mapuche?
Que la poesía diga.
Viviana Ayilef
Trelew (Puelmapu/Argentina), 1981. Es Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de la Patagonia, donde trabaja como docente.
Publicó Agua de Otoño/ Kelleñü (2009), Cautivos (2013), Meulen (Lo que puede un cuerpo) (2017) y Mailen (2020) en poesía. Malvinas en fragmentos (narrativa histórica, 2012) y Los Cositos (literatura infantil, 2017) son sus otros libros. Sus poemas fueron publicados en las antologías Desorbitados. Poetas Novísimos del Sur de la Argentina. (Cristian Aliaga, FNA, 2009); Kümedungun/ Kümewirin. Antología poética de mujeres mapuche (siglos XX-XXI) (Mabel Mora Curriao y Fernanda Moraga, LOM, 2010); Antología Federal de Poesía Región Patagonia. (Samuel Bossini, CFI, 2014); Con nuestra voz estamos. Escritos plurilingües de docentes, alumnos, miembros de pueblos originarios y hablantes de lenguas indígenas. (Ministerio de Educación de la Nación, Plan Nacional de Lectura, 2015); Reuëmn. Poesía de mujeres mapuche, selk´nam y yámana (Cristian Aliaga y Juan Paulo Huirimilla, Espacio Hudson, 2017 y 2020) y Antología de poesía del sur argentino: Patagonia literaria VI (Claudia Hammerschmidt y Luciana A. Mellado, INOLAS, 2019).
Fotografía tomada del muro de Atelier de la Palabra y la Poesía.