Entrevista a Michel Croz Martins

Por Sergio Schvarz


Hablar de Michel Croz Martins, hombre de cultura del norte del país, en la confluencia de las ciudades de Rivera y Santana do Livramento (Riveramento), es hablar de las varias facetas que componen su vida artística. Hombre de teatro, sobre todo, tanto desde la creación autoral, puesta en escena y dirección como en la función actoral, Michel Croz es, además, poeta, cronista, ensayista, docente de Expresión Corporal y Teatro de bachillerato artístico en Liceo 1 y 7 de Rivera. Además, escribe en varios medios periodísticos, locales y nacionales, y también medios digitales.

Egresado de Teatro Uno y de la EMAD (Escuela Municipal “Margarita Xirgú” de Arte Dramático) de Montevideo, trabajó en Río de Janeiro con el grupo de Augusto Boal en el Centro de Investigaciones del Teatro del Oprimido. En Porto Alegre dirigió a un grupo de estudiantes de Letras de la Universidade Federal de Río Grande do Sul, actuando en barrios periféricos de la ciudad.

Ha publicado varios libros donde se conjuga la poesía con citas, reflexiones y otros textos, entre ellos: Diario de un naufragio, XXVIIVertical, Penumbra/ niebla/ merde/ abismo, Cerrada & Salida (oscuro y en llamas); Us Fío (un excelente ejercicio original, en base a consignas de escritura que le fueron dadas por la docente, actriz y dramaturga Estela Golovchenko sobre los hijos), Crónicas de los días y las noches, y una serie de obras de teatro: Katastrophé, Los Colores del Arco Iris, Maestras en dictadura, Despertá Raimundo!, Carne – Teatro Antropofágico, Tartufo PosTragiComedia, Eu Passarinho!, Guerra a la Guerra – Ceremonia por la Paz, EdipoMachine – Tragedia Posmoderna, Paz NO War, Con-cierto Carlos, La Luna del Poeta – Encuentro con Olyntho Ma. Simoes, Mujeres X Mujeres, ¡Desaforo! Comedia Popular Fronteriza, Borges, el otro, En Familia, Navegar é Preciso.

Su última obra, Panela & palabras, en colaboración junto a su compañera, Verónica Loss, es un canto de amor a la cocina y bastante original, por cierto. Actualmente dirige el Grupo “Taller Teatro Independiente” en la ciudad fronteriza, da clases, escribe poesías y otros textos que van saliendo de la reflexión sobre el comportamiento humano y, sobre todo, siendo libre y buscando la justicia y la verdad.



S.S.C. “Mi infancia tiene olor a sandía y a goyabada”, dijiste (escribiste) alguna vez. ¿Cómo es ser niño en la frontera? ¿Qué experiencias destacarías, en una mirada retrospectiva, en función del teatro y el arte en general?

M.C. Ser niño era ser niño. No creo en un mundo justo, ni en un mundo fraterno. Lucho, y con otros luchamos por eso, para que sea. Hay una tensión entre las pulsiones de Eros y Thanatos a lo largo de la vida de todo y cualquier ser. Y la infancia no es mejor ni peor que esta contemporaneidad adulta que nos toca transitar. No hubo en mi infancia nada cercano a un mundo perfecto, ni justo, ni bueno, ni bello, que recuerde con permanencia. Hubo momentos que recuerdo con alegría, como las que pasaba en Porto Alegre en una casona antigua y señorial a orillas del rio Guaíba. Otros pasados vienen de la cercanía de mi madre-abuela Irma (que era grande y buena como dulcera) alrededor de la cocina y de las panelas de goyabada, del olor que se desprendía de esa alquimia, de la planta que cosechaba Chico mi padre-abuelo (que también era grande y bueno).

S.S.C. El teatro es una de tus mayores pre-ocupaciones, desde el guionado hasta la re-presentación y la dirección. ¿Cuál es la situación actual del teatro en Rivera, siendo que la sociedad riverense es bastante conservadora tanto en lo político-social como en lo cultural? ¿Y en Santana do Livramento?

M.C. Trabajamos todo el proceso de una forma artesanal y siempre amador (en el sentido de la pasión que le ponemos y no de la técnica profesional con la cual la abordamos): Nuestro grupo Taller Teatro Independiente – Riveramento, surgió con la intención de hacerse en el camino, como un teatro nómada en una frontera porosa y multicultural. Aprendiendo y desaprendiendo. Accionando sobre lo social desde la praxis local. Reflejando. Lo del “espejo” al que se refería Shakespeare. Y caminando al andar. Sin burocratizar el teatro. Nunca oficiando de sacerdotes de lo neutro, de las “bellas artes”, del neoliberalismo, o de lo “mismo de siempre”. De lo viejo y repetido y en serie, no. Lo “serio” nunca nos pareció.

Nuestro norte (que es nuestro sur como enseñaba Torres García) es el trabajo artesanal y orgánico. La artesanía de la palabra y la acción dentro de un espacio escénico improvisado y muchas veces imprevisto. Sea donde sea, siempre intentando ser. Mejor si no es en un espacio “sagrado”. Mejor si no es en una sala teatral (Dionisio igual estaba). Mejor si es en plazas, veredas, boliches, casas, calles, salones parroquiales o centros barriales. Mejor si es con el movimiento de mujeres, con organizaciones sociales, con un grupo que luchaba contra la discriminación sexual. Mejor si es con “meninos de rúa”, con ciegos, con esquizofrénicos, con reclusos/as de la Cárcel, o con la Comisión Binacional por la Paz y contra la Guerra de Irak. O en un 1° de Mayo con los trabajadores. Pero mejor, muchísimo mejor, si se nos ocurría, ¡así!, de golpe y porrazo. Un golpe de poesía en la golpeada vida de las prostitutas de Plaza Internacional, en el Día Internacional de la Mujer (por ejemplo).

Peter Brook decía que se puede tomar cualquier espacio vacío y llamarlo escenario desnudo. Un hombre caminando por un espacio vacío, mientras otro hombre lo observa: y eso es un acto teatral. Sin embargo, cuando hablamos de teatro no nos referimos a eso: el sentido común y nuestra “cultura” dice otra cosa. Dice de arquitectura, (aplausos), telones azules, (aplausos), escenario con luces, cambios de decorados, (aplausos), verso libre, risas, (aplausos), oscuridad, banda sonora, butacas con bisagra, (aplausos) rentabilidad (aplausos), comodidad.

Lo nuestro busca incomodar. Desacomodar. Probar y reprobar. Errar. Integrar, por ensayo y error, como un paso de danza. Volar, ¿por qué no? Y también re-crear. El teatro como ocio, no como neg-ocio. Sin respuestas prefabricadas. Con muchas preguntas y algunas convicciones, la primera: experimentar.

Si es con poesía mejor (“no andes errante y busca tu destino / ¡dejadme! / ya vendrá un viento fuerte / que me lleve a mi sitio” – León Felipe). Con la poética del cuerpo y del alma. Con la voz habitada. Con el gesto sencillo y sorprendente. Poetizando el cotidiano. Con el arte de la provocación apasionada.



S.S.C. ¿Hay espacio para el teatro popular en Riveramento? ¿El teatro debe ser político?

M.C. Siempre hay. No siempre se da. No hay teatro con una función social (lo social debe ser político, lo político a veces se enfrenta a lo social, como en el caso de los movimientos sociales, – para esta afirmación me baso en los pensadores anarquistas o anti estado como Ibsen dramaturgo noruego del S XIX, y en la corriente de “política social”, como una de las vertientes inspiradoras de la Comunidad del Sur (hoy Nordan en Suecia y Montevideo). Aconsejo leer “La sociedad contra la política”, antología de textos que refieren a “lo que hoy se llama política y que no es más que una técnica de organización estatal.” Aunque “…la política no se agota en esta función, sino que su ámbito ha coincidido casi siempre con el ámbito local (la polis). Es justamente en el conflicto pasado entre ciudad (entendida como comunidad) y Estado donde se pueden encontrar las señales para una reconstrucción de la política social”. Esto vale como norte en este norte árido y conservador: en este tiempo todo debe ser resistencia y re-existencia. Como en este, uno de mis últimos poemas:


resistir no será resignarse

resistir no será resignarse / la lucha será larga intensa gris / (aunque de a ratos pudiera ser vivamente azul) / resistir será insistir / resistir en tanto colocar / calcar / dibujar de nuevo / el paisaje / la mirada / recuperar el pasado / tensar el futuro / habitar la ausencia / la infamia / volverse sobre la huella / descubriendo la forma ausente del zapato / y por dentro / el pie danzante / marcando ritmo y baile / resistir a la patada / del adversario / en el suelo / volver desde el piso / verticalizado / desde abajo / pisando firme / enraizado / gracias al arco plantar del pie tensado / disparar la flecha / apuntada arriba (la flecha no canta:: canta el espacio:: cortado:: hacia el centro:: del blanco) / al peucédano y su corte / de impecables / resistir a la ignorancia de los altares / del pie alienado en bota / coturno / desfilando marcial / hacia la casa / como un cuartel / castrado / por la cruz y la espada / el pie resiste / insiste/ debe seguir sendero / avanzar por entre la mariamol / el pie con alas / suspendido entre el abismo y la barbarie / desapropiado / salido de lo propio / hoy será todavía y siempre / resistir será / atragantarse de esperanza / permanecer / rincón / espacio tomado / para seguir / siendo uno / siendo el otro / el nosotros / por eso resisto a volverme bárbaro / soy extranjero en mi tierra / en mi aldea / soy minoría / mayor / gran minoría soy / porque me re-conozco resisto / no me exilio / no me desmatrio / no me desanimo / el alma es contenido y continente / descontrolado / porque el control normaliza / la mayoría / la mayoría no siempre tiene razón / la mayoría no nos hará libres / la mayoría nunca será verdad / la verdad jamás nos hará libres / tal vez cuando la verdad sea / un poema o una canción / la verdad saldrá a pasear por las calles / saldrá de los rincones arañados / de las bibliotecas amarillas / de los solitarios sótanos / de los hogares sin hogueras / del aula carente de océanos / por las calles la libertad nos hará / lo mejor que tenemos / permitirá elegir / la dirección del pie / insistente en resistir allí / en el borde / donde el borde es frontera / noche que augura el alba / elegir la dirección / desde donde dirigir el pie / que se mueva / pie por pie / im(pie)rtinente / habremos de ser impacientes / la paciencia es lugar de la manada / atacaremos con cuernos de palabras / cuernos de imágenes / cuernos de teatro / cuernos de poesía / cuernos de arte / vacas profanas / caetanos/ chicos / policromos y musicales.”



S.S.C. Los libros tuyos donde hay poesía son experimentales, muchas veces “libros- objetos”, a la manera de “collages”, donde la poesía se da la mano con aforismos, pensamientos, citas y glosas. Y abarcan temas como el amor, con una apelación sexual permanente, o bien inquietudes políticas o sociales, tomando partido por los pobres, por los oprimidos, y contra la violencia de género en particular.

M.C. Me parece muy oportuna tu reflexión. Es cierto que lo experimental siempre me ganó. Desde mis primeras lecturas de los “beatnik” cuando estaba estudiando en Montevideo. Mis otras “confluencias” (más que influencias) caminaron con la poesia experimental de Paulo Leminski o de los modernistas paulistas como Oswald de Andrade y su Manifiesto Antropofágico. En tiempos de vanguardias europeas y latinoamericanas muy potentes. En este sentido a partir de las clases con el Bebe Cerminara y Alberto Restuccia, fue donde me encontré con un teatro performático y experimental calcado en la poética de Artaud, que me fascinó (el primer espectáculo de Teatro Uno fue un recital de poesía de Restuccia, Cerminara y Freccero, dirigido por Graciela Figueroa en 1961).


S.S.C. En cuanto a la manera de componer —crear— su poesía, y a su poiesis en general: ¿“La forma es el contenido que sube a la superficie”, como dice Víctor Hugo en Los Miserables?

M.C. Creo en la transpiración y en un “toque” de inspiración (algo así como una especie de pequeña epifanía, o de asombro filosófico). En ese sentido, comparto con Mario Quintana (poeta portoalegrense) que “la poesía no se entrega a quien la define”. La forma y el contenido interactúan, se completan y se enamoran. Hay una relación (no digo nada nuevo) erótica entre las palabras y el lenguaje. Fondo y forma. Espíritu y materia. Es, verdaderamente, un acto de pasión (que orilla la violencia sadomasoquista) entre poeta y poiesis (entre creador y creatura). Por eso cito en mi libro “penumbra / niebla / merda / abismo”, la genial frase de Víctor Hugo.

S.S.C. Hay un portuñol de un lado y del otro de la frontera donde, al hablarlo y también al escribirlo, por reflejo, predomina la lengua nacional con palabras salpicadas en la otra lengua, a diferencia, por ejemplo, de Fabián Severo, que trata de hacer un solo dialecto común (dices que es un mal hablado portuñol el de Severo, como si fuera su propio y personal portuñol y no el que habla la gente de frontera). En tu caso, la predominancia es el español (el castellano), aunque a veces mixturado con palabras en portugués.

M.C. El portuñol es una lengua de los afectos, y en tanto lenguaje, es por ella afectada. Es propio de la mistura de las lenguas estándares con particularidades, gracias al contacto entre los hablantes. Pero es eso: un dialecto propio de la oralidad, que no tiene gramática, ni diccionario, y es en esa libertad, fuente de seducción literaria. Entonces, por lo dicho antes: no hay un solo portuñol (DPU), hay tantos cuantos lo sepan hablar. Aunque se podría decir de ciertas recurrencias lingüísticas barriales, regionales, de ciertas ciudades de frontera. Fabián Severo hace poesía, y de la buena, con “su” portuñol aprendido y transformado en literatura. El aciago día que la academia determine que es el portuñol y que no es, y se estructure como un dialecto con ciertas formalidades de gramática y ortografía, ese día marcará el divorcio definitivo entre la cultura popular y la de la academia.

En el libro Cerrado & sin salida (oscuro y en llamas) intento una especie de (in)definición sobre el portuñol. Y digo: “Dialecto fronterizo, por lo tanto, poroso, sincrónico, polisémico y polifónico. Lenguaje de los afectos, de la proximidad, de la subjetividad familiar; del cotidiano barrial, barro desde el cual se levanta el “bagazo” fronterizo para ganarse el pan, la cachaça y los ticholos; lenguaje maternal”.



S.S.C. ¿Cuál es su concepto de frontera? ¿La que hay entre Santana do Livramento y Rivera, es una frontera de la paz?

M.C. Jamás será de la paz (de esa paz paciente). Los maravillosos poetas que nos antecedieron atisbaban algo de eso, principalmente Olyntho Maria Simoes, en su poemario “A la Sombra de los Plátanos”. Frontera de la Paz. Eso queda bien como slogan marquetinero. Siempre será de “la guerra”, de las guerrillas cotidianas, de la oposición y el conflicto. Con momentos de armonía. La paz de los cementerios no puede ser criterio para entender una ciudad que es bifronte como el dios Jano, una ciudad con una diversidad cultural riquísima. No creo en la dulzura de los encuentros pasteurizados. Entiendo a nuestra ciudad en su vertiente esquizo, de dualidad y “corazón dividido, o partido” (como en la etimología de la palabra “esquizofrenia”). Hay un poema mío que le gusta mucho a Raphael Ficher y que ya lo ha trabajado en sus talleres literarios: “Esquizocontrapoema” (del libro Remington UNDER), allí escribo:

“Vivo en una ciudad-esquizo / que son dos que son una / que para esconder lo podrido / abusa del agua de colonia hugo boss/ cartelería fashion (…) Vivo en una ciudad que amo, que odio / que detesto que sueño / paraísos lleno de paraísos y / cerros y pandorgas y mariamoles / y el infierno tan temido de mis enemigos / (que son lo mejor que tengo).”

S.S.C. Además de tu actividad relacionada al teatro, a la crónica periodística y a la poesía, también está tu actividad como profesor de secundaria. ¿Cómo ha sido este último año, con las medidas sanitarias —y otras, como la virtualidad— que ha provocado esta pandemia?

M.C. Complicado, complejo. Nuestra asignatura necesita del cuerpo del estudiante para generar presencia escénica. La virtualidad con sus múltiples pantallas recortan a los muchachos/as, hay una pérdida del vínculo construido desde la pedagogía. De todas maneras, se trata de ponernos a imaginar estrategias para que la comunicación no se corte. Es desafiante. En los hechos el país y el sistema educativo no está preparado para tanta gente en la virtualidad.




Michel Croz Martins

Nacido fronterizo en 1962 en Riveramento. Es poeta, escritor, dramaturgo, director teatral y docente de arte escénico. Estudió Filosofía en FHCE, Bellas Artes como estudiante satélite y Trabajo Social en Udelar. Pero el Teatro ganó Estudió en Taller Uno, en la Emad y en Teatro del Oprimido (Río de Janeiro). Hace más de 25 años que vive con la poesía en acción que es el Teatro. Tiene 12 libros editados de poesía, crónica y dramaturgia. 


Sergio Schvarz Castro

Montevideo, 1965. Es poeta, escritor y periodista cultural. Colabora con varios medios digitales nacionales (La Onda
Digital, Granizo.uy) y del extranjero (Revista Crítica de Chile, Asociación Cultural Retratos Abiertos de Perú) y con el Semanario Sol y Luna (Salto, Uruguay) desde el año 2016.

Escribe poesía desde la adolescencia, participando de un taller literario en la Biblioteca Nac. de México. Trabaja en el desaparecido diario El Día (México), entre 1990-1995 y en el diario El Universal. Participa del taller literario de la poeta Suny Brandi (1997-1998) y luego integra dos libros colectivos (Espigas Literarias I y II) con poesía y cuento. En 2006 y 2007 edita un suplemento cultural (La Sierra Cultural) en el diario La Unión (Minas) y posteriormente es encargado de su edición diaria y una columna de opinión. Vive en la ciudad de Tranqueras (Rivera). Continúa publicando poesía y prosa.

El silencio como danza

sobre «Marilyn» de Noelia Palma (Dínamo Editorial, Córdoba, 2020)
por Paula Novoa


Hay nombres que connotan mucho más de lo que su etimología indica. Marilyn es uno de ellos. Connota belleza y fragilidad, sensualidad e ingenuidad. Leemos el nombre “Marilyn” en el título de un libro y todos creemos saber de quién se trata. Pero Noelia Palma nos presenta a una Marilyn más cercana. En las antípodas del ícono de belleza pop, su Marilyn es una mujer del conurbano que sabe crear un pequeño paraíso entre los muros del hogar. Una mujer que parió a otra mujer, que parió a otra mujer, que parió a otra mujer. Marilyn es el origen de una genealogía de mujeres que se sostuvieron entre sí para sobrevivir.


La gracia del poema

En una entrevista, la poeta Alicia Genovese (Buenos Aires, 1953) afirma que existe el “espacio narrativo” y el “enlace lírico”, y asevera que ese enlace es la “gracia” del poema. Sin éste, el poema es menos que la prosa que se podría haber escrito. Respecto a esta idea, y como en cada libro de Noelia Palma, hay una narración que cohesiona los textos y Marilyn es la protagonista. Ella es observada por la voz poética; da la sensación de que esta mujer es espiada desde una ventana, una puerta o una cámara fotográfica. Es ahí en donde Palma coloca el “enlace lírico” del que habla Genovese. El yo poético observa el misterio de lo cotidiano a través de un cristal y así, cada gesto de Marilyn se transforma en encanto y en espejo, pues quien observa también repite y se refleja. Parafraseando a la poeta y ensayista bonaerense, en ese enlace está la “gracia” de los poemas que conforman este corpus:


Marilyn afirma algunas ramas del malvón rojo
mientras el sudor cae
sobre los pétalos.

¿La ves contra el viento
aferrada al pañuelo de seda?

Su cabello resplandece,
la tierra es toda devoción.
(“Seda”)


Al mismo tiempo que observa, el yo lírico hace cómplice al lector a través del uso de la segunda persona, comparte con él la belleza. Aunque no es sólo la belleza. Porque Marilyn también es oráculo y transforma el quehacer diario en el lugar desde donde se consulta el porvenir. Como a los griegos el oráculo de Delfos, Marilyn es quien señala las certezas:

Abro la ventana:
la miro tender la ropa, sujetar el balde.
Trabaja a la par de sus malvones: busca el mejor sol.

La humedad de sus manos frías me saluda.

Ahora entiendo, Marilyn:
una ventana abierta es siempre una plegaria.
(“La humedad de sus manos frías me saluda”)


El amor en Marilyn

Marilyn está formado por veintitrés poemas, el séptimo, “Tarde de sol”, es un punto de inflexión. Es el clímax del corpus y, sin dudas, el texto más hermético del libro. El yo lírico nos deja ir hacia el pasado y acercarnos a ese momento en el cual la vida de Marilyn se transforma. Hay una especie de flashback que intenta explicar el porqué de la soledad y el silencio de la mujer de las flores y el jardín:

¿Dónde menguó la cruz que sujetabas
el día que tuviste que pedir perdón?

Tu cabello todavía tiembla, Marilyn,
como el cuerpo
cuando obedece.


Marilyn también amó (¿o debería decir ama?), y ese amor aún la sostiene. Tal vez, cada poema hable de esto. Tal vez, cada gesto de Marilyn es la repetición de los gestos amatorios hacia el hombre que ya no está. Marilyn crea un ritual cotidiano: riega, planta, siembra, cuida y construye un paraíso en los metros cuadrados de su jardín. Como quien intenta replicar lo perfecto, el instante perdido cristalizado por el tiempo:


¿De qué color es el humo que sube por tu garganta?
¿Es cierto que tus huesos son más livianos
porque una sombra,
que no se corroe con el tiempo,
te sostiene?
(“El amor está en calma”)


Tiene el retrato
en la mesa de luz.
En blanco y negro, ama.

Para siempre ama
la que no supo calmar
el paso del tiempo.
(“En blanco y negro”)


A lo largo del libro, por un lado, podemos reconstruir algunos aspectos de la historia de Marilyn, el “espacio narrativo»; por otro lado, la gracia de estos poemas radica en la sutileza con que la autora fotografía instantes del presente y nos lleva hacia el pasado a través del “enlace lírico”. Así, presente y pasado son uno para Marilyn, que en silencio danza en su jardín, mientras es observada por esta voz que intenta ser también la voz de ese silencio:

La historia de Marilyn es esta:
un rosal blanco que ama,
calladito,
detrás del ventanal.
(“El silencio de Marilyn”)




Noelia Palma (Argentina)

Buenos Aires, en octubre de 1984
Textos de su autoría fueron publicados en diversas antologías y revistas digitales como Digo.palabra.txt, Letralia, entre otras. Realizó talleres literarios con Alberto Ramponelli y Eduardo Espósito. Su primer libro de poemas, Que la muerte nos ampare, fue editado por Francia Ediciones en 2017. Tradujo a Charles Bukowski desde 2011 y en 2017 publicó junto a Postales Japonesas su primera antología bilingüe: Solo con todo el mundo. En noviembre de 2018 editó 0034-Buitre hacia la nada por Ombligo Cuadrado Ediciones, que consta de dos libros en un solo ejemplar. Su último libro, La casa, fue editado en 2019 por la editorial cordobesa Mascarón de Proa.


Paula Novoa


San Antonio de Padua, Bs. As., 1976.
Es profesora en Lengua, Literatura y Latín y Licenciada en Lengua y Literatura.

Tiene tres libros publicados por Cave Librum Editorial: El año que fui homeless (2014), Hija de mala madre (2016), El paso de la babosa (2018) y Flores a mis muertos (2021).

CRÓNICA DE UN NIÑO SOLO

Apuntes sobre “AgarralaGalarraga” de Juan Estévez
por Gustavo Espinosa


—(No podré dormir, Galarraga.)
—(No es pa’ menos…)


Una novela aristocrática

Aunque narra la vida de los plebeyos -de los que crecimos en el siglo pasado, sin heladera ni agenda de derechos, con olor a Primus- la segunda novela de Juan Estévez tiene un abolengo ilustre. Es un relato de iniciación, un Bildungroman como dicen los alemanes: la crónica del crepúsculo de la infancia. El protagonista de este crecimiento es Iván, un niño pobre de un barrio de Mercedes, alrededor de 1966.

Tal vez el ancestro más viejo y más ilustre de este subgénero es el Lazarillo de Tormes (1554), historia de un niño serio que se construye determinado por la penuria. Pero inesperadamente, acaso también Proust figura entre esos trasabuelos de Iván: allí está la memoria, sus vaivenes y remolinos, sus bifurcaciones sorprendentes como impulso que hace fluir con tensión o con júbilo (pero nunca tediosa) la narración. Y está también en esta nouvelle saludable toda la tradición del realismo, el de Lazarillo, pero también el de Flaubert, y su versión nacional y popular: Espínola y Morosoli. Lo que hay de ellos, lo que más me gusta, en estas páginas de Estévez es la meticulosa estetización de lo ínfimo: “Iván entró delante de su madre a una habitación grande, la olió, tocó el Primus parado sobre una bandeja con publicidad impresa de cerveza Doble Uruguaya en la que un Papá Noel sin gorro navideño sostenía una jarra con espuma sobrepasando el borde. Todo encima de una mesita con mantel de nylon chamuscado por las salpicaduras del alcohol encendido y algunos fósforos arrojados sin cuidado”.


Personajes no profesionales

Pese a que en cada página de AgarralaGalarraga esplende un cromatismo deslumbrante (el verde flúor de un muñeco de plástico, el destello azul de las centellas, el verde de loros, árboles y pastizales después de la lluvia, las calles de greda roja), la novela se ve en blanco y negro. Tal vez porque una convención del cine nos impone esa modalidad para la representación del pasado: esta novela es un largo e intenso flashback respecto de Entusiasmo Sublime, la primera de Estévez. Creo, sin embargo, que esa ilusión del blanco y negro me llega mediante una percepción formateada por otras formas de la ficción: tal vez sin proponérselo, Estévez realiza, punto por punto, la estética del neorrealismo italiano.

Esta tendencia, aparecida en la segunda posguerra, se caracteriza por privilegiar la emotividad de los personajes sobre la trama, los ambientes pobres y aún miserables, la improvisación (o la ilusión de improvisación) como modo de representación de la realidad social, el uso de locaciones exteriores y actores no profesionales, las intermitencias melodramáticas. Los personajes de Estévez, sobre todo Iván, su hermano el Cerote, su madre Lala, Bigotes el solemne fabricante de escobas, la pandilla de gurises descalzos, parecen libres de los protocolos o estereotipos de la literatura. Hay un aire no profesional en ellos, como si se los hubiese puesto allí a representar, ante la mirada que los registra, unas formas de vivir que son las suyas propias. Pese a que ese registro es puntilloso y casi siempre poético, no hay en esos personajes ni en sus peripecias ni un síntoma de aquella peste que Onetti llamaba «literatosis».


Zambullidor suburbano

Además de las filiaciones prestigiosas que apunté al principio, AgarralaGalarraga tiene una relación de hermandad con El zambullidor, la nouvelle con que Luis Dos Santos irrumpió urbi et orbi en 2017. En ambas se evoca una arcadia pobre desde la perspectiva de un niño. En una y otra historia lo que alcanza al lector es el reflejo del mundo fascinante y amenazador de los márgenes en la sensibilidad de un niño que, en soledad, va dejando de serlo. No se trata de niños radicalmente abandonados, como Lazarillo o como el protagonista de Plegaria para un niño dormido (o el de Chiquilín de Bachín de Piazolla-Ferrer, o de Hay un niño en la calle de Tejada Gómez). Estos niños del interior del Uruguay tienen un amparo familiar, un amor hosco y contrariado que los protege y los maltrata. Por eso viven extrañados y distantes de sus adultos. Tienen que resolver solos las complejidades y desencuentros que el mundo les propone. Por eso se refugian en la transgresión (las travesuras más o menos riesgosas que serán fatalmente castigadas con palizas maternas) y en la fantasía. Pero esta imaginación fantástica es de distinta índole en El zambullidor y en AgarralaGalarraga.

En Dos Santos está más cerca de la oralidad popular; hay muertos que se arriman a conversar como en Rulfo. Todo está allí más cerca de lo real maravilloso. En Estévez la fantasía de Iván ya está determinada por la industria del entretenimiento. Hay, en la página 38, un prolijo catálogo de revistas y/o personajes de historietas; hay referencias muy precisas a la saga de los superhéroes de DC o la mitología del Llanero Solitario. Casi todo este mundo le llegaba a Iván y, probablemente a Juan Estévez, traducido al mexicano por las revistas de la Editorial SEA (pocos años después a mí me llegarían por la Editorial Novaro). Y en el núcleo del relato, el amigo imaginario de Iván, el Galarraga del título, se materializa en un muñeco de plástico fosforescente que es uno de los enanitos Disney de Blancanieves. La cultura de masas, su merchandising llega a las orillas del mundo y sustituye a la tradición oral.


La soba de la vieja

Soy un lector privilegiado de AgarralaGalarraga. No por haber escrito cuatro o cinco libros ni por trabajar de profesor de literatura. Hay una zona común (sociocultural, generacional). Sé perfectamente quién era Roy Rogers, usé zapatos Durabel, no me extraña la palabra “sanforizado” para designar a un gurí travieso, y no me sorprende que Lala, la madre del protagonista, azote -un día sí y otro también– a su hijo, sin dejar por eso de ser connotada amorosamente por el narrador. Otros lectores más nuevos tendrán una recepción enrarecida o enriquecida de este mundo. Lo verán con cierto distanciamiento antropológico. Así, esta novela agregará a la exactitud de su calibre estético el valor de un testimonio histórico.




Gustavo Espinosa

Treinta y Tres, 1961.

Escritor, músico y docente de literatura. Colabora para varios medios uruguayos con reseñas y artículos de crítica literaria y cultural. Como poeta, obtuvo el premio Fondos Concursables 2009 / MEC para la edición de su poemario Cólico miserere (Trilce). Su primera novela, China es un frasco de fetos (H editores) fue escrita en los 80 y publicada en 2001 (Premio Posdata, 2000), luego de haber sido premiada en el concurso Posdata 2000. En 2009 Casa editorial HUM publicó su novela Carlota podrida en 2009 (Premio Nacional de Literatura, 2011); después Las arañas de Marte en 2011 (Premio Bartolomé Hidalgo, 2012) y, más recientemente, La galaxia Góngora en 2021. 



Juan Estévez

Mercedes, 1956

Su vida ha transcurrido intensa y hoy es un motociclista voraz. Narrador, periodista de crónicas y reportajes, guionista de historietas premiadas en la revista Blung! y otras publicadas por ahí, integrante de la dupla que se llevó una de las cuatro menciones del concurso de tiras humorísticas del semanario Brecha en 1992, fotógrafo ganador del Concurso 150 años de la Fotografía en Soriano, escritor —por única vez, de cuplés que resultaron siendo ganadores del Carnaval 2001 de Mercedes—, fundador, editor, pensador, distribuidor casa a casa de la revista de humor de Mercedes El Umbligo. Publicó Pandorgas y otros vuelos, La esquina del Paraíso, Vecinos y Entusiasmo sublime, su primera novela (Premio Nacional de Literatura 2016). Vive en Villa Soriano hace más de una década.